sábado, octubre 29, 2005

UN DÍA CUALQUIERA...


Me levanto perezoso y miro el cielo, oscuro y traicionero.
La luna brilla aún, pero se escapa, empieza a colorearse el horizonte y una pincelada de oro me saluda.
La abúlica rutina del aseo y por fin la calle: sola,amplia, espectante.
Me escucho caminar y me entretengo, mientras busco a lo lejos el colectivo. Allí se acerca, viene repleto, ya es sabido, pero siempre es distinto, nos son las mismas caras, pero sí los mismos rostros preocupados, cansados, aún con sueño.
Algunos emponchados, otros de verano, en la tómbola diaria con el tiempo. Yo soy neutro, ni me siento, las calles que recorro no las veo.
Una "chirriada" de frenos, y me bajo. Ya el cielo es casi azul, el sol me mira deslumbrante, y yo le doy la espalda y me sumerjo en mi despacho habitual de laburante.
Las pilas de expedientes me miran con recelo, -a qué habrá venido este tan temprano?- no les contesto, y de uno a uno, y poco a poco, le pongo algún decreto.
Al rato llega Lili, con Marcelo, las preguntas comunes, y de nuevo, a buscar expedientes sin consuelo. Más tarde, Teresa, Edith, el "nono" y el café, que se estira hasta las nueve.
El día despierta y despereza, ya todo es normal, ruido de teclas , pasos rápidos, quejas , preguntas sin respuestas...más expedientes, más torpezas, en fin...lo rutinario, que mas queda ?.
El sol ya no se ve por la ventana, está ya muy arriba, es mediodía y se acerca, aunque lenta, la salida.
Ahora espera otra rutina: la llegada puntual -cuando se puede- al curso, el profesor que llega justo, el aliento entrecortado, y el "discurso".
La clase se termina, un café, y de nuevo "la salida".
Un colectivo...dos, corridas, en tanto el sol ya ni encandila...está buscando su escondite diario,mientras una estrella chiquita, ya titila.
Pasaron quince horas de mi vida y en todas ellas casi no ví el día, sólo chispazos...sólo retazos...,
y la pregunta fatal:
Es esto vida?...
Rodolfo (8-6-79) (de "algunas pequeñas...)

1 comentario:

Nidesca dijo...

Es una forma de vida, bastante alejada de lo que puede llegar a ser la vida. Y sin embargo el sol no todos lo disfrutan y a la luna ya muy pocos le dedican poemas.
A veces tenemos que pedir a alguien más que nos pellizque para caer en cuenta de que somos humanos y no androides.
Tal vez algún día un arcoiris full color ilumine todo tu cielo y tus ojos se pierdan en esa gama de tonalidades tentadoras.