
Es el fruto de una fuerte emoción,
resbala por el canto del ojo,
desliza suavemente por la mejilla,
dejando un rastro húmedo y cálido,
hasta situarse en el vértice de la boca,
para dejar ese sabor único,
a salado,
que se va haciendo dulce…
si es de alegría.
,
Una hermosa colaboración del amigo Duarte