
Sì , es aquel , ese de quien te hablaba...
-Me parece conocerlo, el de la mueca?.Contame la historia, dale...
-Te interesa?
-Sì, por supuesto.
-El era, -y es-, un tipo inteligente, atropellado, arrebatado en sus decisiones, enamoradizo...
Vivìa en un puequeño pueblo de provincia, donde todos se conocen, -pueblo chico infierno grande , dicen...-
Estaba enamorado de una compañera del ùltimo año de bachillerato.
Ella era bella, de modales suaves pero enèrgica y tambien arrebatada, tanto como el amor que los unìa.
Parecìa una mas de las lindas historias de amor, de aquellas de los cuentos, pero un dìa...
-Se pelearon...
-No, ella fue a cursar sus estudios universitarios a la metròpoli, distante unos cien kilòmetros del pueblito, y comenzaron los roces y las discusiones.
El querìa continuar con la tradiciòn de su familia afincada en la administraciòn de su estancia. Ella querìa cambiar de aires, de ambiente. Dejar la abulia provinciana y estremecerse en el bullicio urbano...
-Y...?
-Lo inevitable, el enojo, las palabaras de màs..., y por ùltimo, cada cual por su lado.
El sufriò enormemente la separaciòn, se pasaba noches enteras llorando sin que nadie lo viera. Su orgullo era grande...tanto como su dolor.
Paso un año.
Una tarde de enero llego al pueblito , ella, con su sonrisa elegante y un indisimulado optimismo. Vengo a quedarme , dijo al chofer del auto que la esperaba en la estaciòn...
Esa misma tarde se encontraron, pero èl, habìa sufrido tanto...
Y su orgullo estaba intacto, no acepto , ni creyò en las explicaciones...
Todo termino, dijo.
No se vieron nunca màs...
Pasaron muchos años. El intentando olvidarla, se habìa mudado a la gran ciudad, formò una familia, tenìa una sòlida posiciòn econòmica producto de su destacada actividad de arquitecto,pero sentìa que algo hacìa agua en su alma.
-Un recuerdo...? .
-Sì, un recuerdo que le provocaba sueños recurrentes y una angustia que lo acosaba de tanto en tanto.
Una especie de culpa por su actitud soberbia de juventud, algo que no podìa explicar.
Pero sentìa que debìa volver a verla, hablar con ella, mirarla a los ojos...
-A quien?
-A la mujer de sus sueños, aquella que veinte años atràs habìa dejado escapar, con làgrimas entrecortadas por su desmesurado orgullo.
No la habìa olvidado.
Soñaba en recuperarla, en que todo ese tiempo que medio desde aquella època se desvanecìa, y volvìan a ser los mismos...aquellos que eran, aquellos que se amaban.
Su subconciente lo traicionaba y la realidad lo torturaba.No se vuelve a los lugares, se vuelve a los recuerdos, decìa.
Una mañana se despertò sobresaltado luego de uno de esos sueños, y tomò una decisiòn: buscarla.
No pasò mucho tiempo hasta que fue destejiendo toda la historia transcurrida y logrò ubicar el domicilio.
Ella, vivìa con su padre, en una coqueta casa de dos plantas, con àlamos, en la vereda, como aquellos del pueblito que los viò nacer, e increiblemente ubicada a escasos minutos de su residencia.
-Pero durante esos años viviendo tan cerca, nunca se habìan cruzado siquiera ?.
-No.
-Y entonces?
-Tòmo un taxi, buscò la direcciòn en su agenda, -eran las diez de la noche- y paso por el frente de la casa.
Tuvo un impulso: bajar de inmediato, llamar a la puerta , verla, hablarle, decirle todo lo que sentìa...
-Y bajò?
-No, le pareciò imprudente por la hora, y pensò para sì, volverè mañana a primera hora.
La noche se le hizò interminable...
Al amanecer luego de desayunar, emprendiò el camino -eran apenas unas diez cuadras- y las hizo caminando lentamente, para ir meditando todo lo que le dirìa, imaginando diàlogos, promesas, tantas cosas...
Pocos metros antes de llegar, un alboroto de gente en la vereda lo sorprendiò.
Inquieto , se avalanzò hacìa la puerta de casa, y entremezclado entre la gente anònima escuchò a un anciano decir con palabras entrecortadas por el sollozo:
Mi hija ,por una pena de amor, anoche se suicidò...
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Rodolfo 11-06