Si yo te dibujase contra el cielo
(cielo de otoño de jardín solitario)
pronto te borrarías como nube
arrastrada por los vientos que soplan del otoño.
Oh pasajera, ¿quien detiene
a esa huyente, mortal, adorable vida?
El canto de tu sangre también huye
al silencio y tu boca al olvido.
¡Sólo yo, el temeroso, quisiera retenerte
y sujetarte como a raíz eterna!
Pero el amor doliente que yo apuraba
en esa copa presta a romperse,
y los trigos undívagos y las noches
altas y silenciosas,
¿eran mi sed de engaño o un estío inmortal?
2 comentarios:
Todos los estíos inmortales son engaño. ¡Vivan los engaños¡. Precioso. Un saludo.
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